DEL HAY FESTIVAL – OTRAS VOCES

 

 A este evento algunos no asistieron. Como ya sucedió el año pasado, fueron invitados al desgaire, sin entusiasmo. Parece que la base de datos estaba desactualizada, no se constataron las direcciones y, para terminar, no se hizo el más mínimo seguimiento. Por tanto, no se supo ni siquiera si alguno confirmó asistencia y luego se sintió desairado.

En fin, el hecho incontrovertible es que habitantes urbanos tan cartageneros como el que más, colombianos todos, no asistieron a tan trascendental evento.

Por ello, sin hacer ruido, me di a la tarea de buscarlos en sus quehaceres e indagarles de primera mano el motivo de su ausencia y otras opiniones. Ya se vería en el transcurso de la entrevista.

Con ayuda de un intermediario de alcurnia y poder conseguí la cita. Sería en el Puente Román, ni en Getsemaní ni en Manga, sino en la frontera, en sus dominios.

Ya se sabe, todo en ellos pertenece al mar, o a los barcos veleros, o a la sal, o a la brisa.

Allí estaba pues puntual y serio, casi doctoral; ríe poco. Cuando me vio llegar terminó de inmediato, pero con estilo, la faena de pesca que lo ocupaba bajo ese cielo azul cartagenero y apacible, emparentado con el calor y el horizonte.

Un velero se hacía a la mar sorteando con cuidado los bajos de la bahía.

– Buenas tardes

– Buenas tardes

– Déjame presentarme y proceder con mi cometido, no quiero quitarte tu valioso tiempo.

– Valioso sí pero extenso, esa es ya una de mis diferencias con ustedes, siempre tan atragantados de tareas irrealizables.

– Bueno, en todo caso…

– Ven, acércate a este costado del puente y te muestro mi casa y parientes.

Consideré prudente permitir algún silencio antes de preguntar y al fin dije:

Voy a ser directo: ¿por qué no asistió usted al festival y sus eventos?

– Bueno, por ahí he atisbado….. pero, la verdad, usted sabe, interpreté que querrían estar solos.

– ¿Qué indicios?

– De todo tipo. Fíjese usted, todo aquello de las sillas, las mesas, el aire acondicionado, el micrófono, las autoayudas, la disposición del escenario. Creo que la logística está dispuesta para excluirnos. Y esto lo digo bajo la cortesía de la respuesta, no como reclamo o queja.

– Bueno, ¿no habrían podido pedir algunos cambios? De seguro se habría podido llegar a algún acuerdo. Usted sabe, los organizadores son gente interesada en complacer a los conferencistas y esas cosas.

– No valía la pena, además, es posible que en ciertos casos la diversidad deba solo respetarse sin mezclarse.

– ¿En que están ustedes en cuanto escritura, en cuanto a palabra?

– Pues, viendo el asunto sin prejuicios ni petulancia, bastante bien, pero, quiero aclararle que nuestras formas de escribir y nuestra tradición milenaria de comunicación ha tomado, o tomó desde hace mucho tiempo, un objeto de narración, una reflexión, diferente de la de ustedes.

– ¿Producen muchos libros?

– No, en realidad no. Pero déjeme explicarle: el libro y los documentos conservables en general, son una invención reciente y a decir verdad, excluyente de nuestra cultura, lo cual nosotros no solo hemos desechado como poco útil, sino peligrosa.

-¿Es malo escribir documentos?

– Pues no lo sé, pero lo evidente es que su cultura ha sobredimensionado la cuestión de la comunicación permanente.

– ¿Pero ha sido indispensable para el progreso, hemos logrado crear una verdadera historia y avanzar de forma impensable hace 6.000 años, cuando todas las culturas u organizaciones asociadas compartían el ideal de estabilidad.

– He ahí otro tremendo prejuicio, ustedes creen que mejoran porque escriben y progresan. Nosotros, en cambio, hemos generado un devenir asociado mucho más acompasado, predecible, estable e igualitario.

Créame, nosotros seguimos con mucho interés sus manifestaciones culturales, en especial la escrita. Pero claro, como nunca se nos ve leyendo, se ha formado la idea errónea de que no lo hacemos.

¿Sabe usted cuál es la función y la permanencia de nuestra “palabra”?

– No, no, me sorprende usted.

– ¿Vé? Nosotros tenemos escritura de playa y aérea, programada para perdurar una generación y media. Lo cual, lo hemos demostrado por milenios, es suficiente para alimento, vuelo y ensoñación ¿cree usted que nuestras cabriolas son caprichosas y caóticas?

– No, sí…

– ¿Ve? Déjeme explicarle, venga, acérquese, observe a ese colega que parecería estar volando.

– Soñando.

– Si, parecería, pero no, está escribiendo importante información. Mire aquel otro en la playa, pensativo y serio. ¿qué cree que hace con sus huellas?

– ¿Escribiendo?

– Claro. Lo que pasa es que no nos amargamos como ustedes con todo ese discurso de la cultura, la historia y las diez mil y más cosas por las que ustedes discuten.

– Pero bueno ¿qué los llevó a esta elección cultural?

– Muchas cosas, pero remontémonos a los albores del deshielo ¿habrá usted leído sobre ello? ¿no?

– Domier, uno de nuestros antepasados fundadores, algo así como Adán, Abraham o Moisés para ustedes, tuvo la visión fundamental, de la cual estableció el orden de convivencia, más o menos como Los Diez Mandamientos para los judeo cristianos. En ella quedó establecido que es mejor preservar que mejorar o poblar.

– ¿Son ustedes conservadores?

– No, por cierto, pero tampoco liberales. Primero, no hacemos política, aunque entendemos muy bien el fenómeno del poder; además, realmente no nos interesa. Pero bueno, la cuestión es que el primer antepasado funcional, recogiendo la experiencia y sabiduría de siglos, aunque usted no lo crea, propuso un voto de permanencia. De ahí que no nos armamos y casi no peleamos y, por lo tanto, no somos muy aficionados al Festival Hay de literatura.

– ¡Magnífico! Está claro. Cambiando de tema: cuando ustedes se zambullen desde 15 o más metros de altura ¿entran al agua con la boca abierta, o la abren después de haber pasado la superficie?

– Bueno, es opcional, lo importante es no sobrepasar el punto en que la aerodinamia entraría en choque con nuestra anatomía.

– ¿Cómo corrigen ustedes el fenómeno de la refracción?

– Bueno, eso es cuestión de milenios y, además, siempre están las fórmulas redactadas por los maestros.

-¿Están escritas?

– No, no se trata de eso, pero existen y, créame, son confiables. Pero no me pregunte usted por ellas, porque de seguro serían comercializadas y nuestra cultura irrespetada, así que, por favor, no más preguntas.

-Muchas gracias.

-A usted.

 

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Chancleta del alma

LA CHANCLETA[1]

 Quiero creer que se fue de paseo. Aprovechó el desorden del fin de semana, se fué a un pueblo cercano de tierra caliente y seguramente no ha encontrado pasaje de regreso; por las usuales congestiones no ha podido reintegrarse a sus labores.

Eso pasa, me decía en el CAI el teniente encargado, por darle tanta libertad a quienes trabajan con nosotros y, sobre todo, al desorden de los fines de semana que crea un ambiente de fiesta y relajo en los cuartos y casas en general. Está claro, continuó el teniente, que es muy nocivo permitir que las chancletas, de por sí bastante liberadas, se junten por dos días seguidos con botas, tenis, zapatos de oficina, otras chancletas más viejas, pantalones, calzoncillos, medias, sostenes (degenerados incorregibles) sábanas, cubrelechos sucios de chocolate, juguetes de diferentes familias, balones, mapamundis de inflar, frisbis de propaganda, novelas aburridas (viejas amargadas) periódicos viejos (tomatragos, jugadores, trasnochadores y pendencieros) diccionarios, esferos (de mejor familia pero que tienen sus resbaladitas y se unen a la juerga) calculadoras (viejas frías y llenas de cálculos; insensibles y que no saben bailar) jarabes (gente circunspecta pero rumbera) y papeles. Hemos tenido más de veinte (20) denuncias entre ayer y hoy sólo en este vecindario, no sólo de chancletas, en algunos casos se cree que la chancleta se largó con un zapato y los han visto pasar los vecinos por el corredor, la sala, la cocina y en las escaleras de salida los han visto unirse a un combo de camisetas y calzoncillos (huy!) y luego subirse a un bus y salir como desesperados para Melgar.

Me puse entonces a pensar si alguna vez había tratado de educar a mi chancleta. Casi me pongo a llorar de remordimiento. Ni siquiera le había presentado a sus compañeros de trabajo. Una vez me dijo que se conocía con las medias, pero que no más, que solo se encontraban de vez en cuando con los otros en las fiestas de fin de semana. Claro, me dije, así cualquiera pierde el sentido de la vida y apenas puede se va para Melgar con un zapato.

En Melgar una chancleta joven puede conseguir trabajos fáciles y bien remunerados. ¿Que tal emplearse de asistente de piscina en el Hotel Guadaira? Es decir, sólo tener que pasar al jefe de una cama de madera por tres o cuatro metros hasta el borde de la piscina, dejarlo allí, recibir un refrescante salpicón de agua, esperarlo unos cinco minutos conversando con bronceadores (¡gente Caribe!) sombreros para el sol (campesinos pero ingeniosos y elegantes) gafas (mujeres de mundo) y hasta con una que otra cartera (viejas sofisticadas y alcahuetas que, se sabe, se vuelan a impresionantes parrandas con los cinturones, las tirantas y los suspensorios).

Hay trabajos menos exquisitos pero de todos modos exóticos para una chancleta bogotana. Por ejemplo, ir a trabajar de auxiliar de paseos en el río Sumapaz. El único problema es la arena, pero se acostumbran y en todo caso no es un trabajo diario, de rutina, encerradas en un cuarto con alfombra, oyendo pero no viendo televisión y con muy pocas oportunidades de ver el sol. Mi abuela, le oí decir un día a la que ahora busco, conocía el sol porque su jefa vivía en una casa, no en un apartamento, y salía cada rato a limpiar el jardín y a charlar con la vecina que usaba en la cabeza unos rulos muy simpáticos. “Incluso, mi abuela me contó que estuvo enamorada de un rulo travieso en la época del nueve de abril cuando a la jefe le tocó irse a esconder a un garaje y usarla a ella de almohada”.

Pero bueno, hablando de las cosas de Melgar, también se puede dar con trabajos esclavizantes que hostigan, que no respetan. “Una amiga, por ejemplo, fue a dar a una tienda de esas con mesitas de lata donde sirven aguardiente y se forman discusiones y la gente se vomita de vez en cuando y a donde aparecen esos choferes de tractomula con un trapo rojo en el hombro, un palillo entre los dientes, los mechones en desorden, la camisa abierta y el sudor saliéndose de la franelilla y, claro, con unos zapatos sucios que se creen divinos, oliendo a cloche y freno y empiezan a coquetearla a una que anda bien ocupada, que mate cucarachas, que restriegue escupitajos, que péguele al niño y que dale que dale todo el día y parte de la noche bajo unos pies gordos y unas piernas mofletudas y varicosas y una cara de gorda coqueta que para allá, que para acá y sin oír nunca una voz de aliento, sino por el contrario, puyas y puyas “papito regale para unas nuevas que vea esta porquería de chancleta” y así. Por eso es muy raro que una de Bogotá vaya a caer en un sitio de esos, aunque las de Girardot e Ibagué se pelean esos oficios con las cotizas y las alpargatas. En todo caso mija, yo si he oído cosas muy bonitas de Melgar, por ejemplo, unas amigas me cuentan que hay sitios donde no se trabaja sino caminando despacito y al alquiler, es decir, que nadie le toma ese cariño lastimoso sino que las personas las aprecian como protección contra microbios y entonces una se siente muy bien, como si fuere una especie de científica al servicio del medio ambiente”.

Me metí pues en el mundo, en la historia, en la cultura de las chancletas fugadas. Supe de historias alegres y de historias tristes y hasta de amores imposibles y de algunas que llegaron a ocupar importantes lugares en la política y en el periodismo. Hasta de una que se hizo auxiliar de ópera y de otra que tuvo amores con el izquierdo de los zapatos viejos en Cartagena y de todo lo que le pasó después en un barco mercante hasta que murió de pulmonía en una plataforma petrolera del Mar del Norte.

En todo caso, está claro que Melgar – Tolima, por arte del turismo, del transporte de carga, del río Sumapaz, de las tiendas con cucarachas, por los carros de paletas, por las piscinas, por el calor, las montañas y ¡qué se yo! es la primera escala seria que hace cualquier chancleta que se muda de un apartamento en Bogotá. Supe de una que se enamoró de un neumático que la pisó en la carretera, mejor dicho, en el parque, en frente de la iglesia y se fue de ahí pegada hasta que el neumático se reventó de pasión en Chicoral y la pobre terminó de parche toda desmembrada.

Otra, en cambio, se salió de un pie y nadó y nadó hasta el río Magdalena, se metió al Canal del Dique y terminó tomando tranquilamente el sol en el Hotel Hilton de Cartagena, relajada, sin prisa, con toallas, comiendo bien, hablando de peinados y haciendo paseos a las Islas del Rosario. Creo que ahora vive en una cabaña paradisíaca en Barú donde la consideran un objeto de placer y animación.

Otra, también por el rumbo del río Magdalena, fue a dar a un caño de Barranquilla pero terminó de asistente de un bar y vive de la menta.

Otras han muerto tranquilas en quehaceres domésticos o en labores del campo; salvo tres o cuatro historias, la chancleta no parece una persona violenta, ni que genere desavenencias. Cuando encuentran trabajo duran bastante y mueren de viejas.

Claro que también existen las historias de chancletas oligarcas que nunca salen de los almacenes (las hay que ni siquiera salen de las fábricas, pero de ellas se sabe poco) y se pasan la vida creyéndose de mejor familia, hablando con las cortinas, con los cortes ingleses, con las camisas danesas, con los suéteres importados y hasta con sillas de montar a caballo de las finas y nunca llegan a saber de matar cucarachas o corregir mocosos.

Incluso en Melgar se formó una escuela de chancletas benefactoras y otra de líderes y parece que lograron realizar hasta una marcha y como que tienen su patrona, “Satacleta”, quien colaboró con la madre Teresa de Calcuta y con su excelencia el cardenal primado.

A la mía, por su temperamento, no la ubicaba exactamente en ninguno de los supradichos menesteres y a ratos me la imaginaba en un horrible basurero asediada por ratas y ratones. No tenía noticias y a mi mente acudían feos recuerdos, como el de la que fue a dar a Egipto, la embalsamaron, la metieron en una urna de cristal, la mandaron de regalo al embajador persa, éste la negoció con los turcos y terminó en el museo de artesanías latinoamericanas de Moscú. No sabía yo quien me acompañaría a ver televisión, a comer una fruta en las noches de insomnio, a ir del cuarto a la sala y de la sala al cuarto antes de bañarme, a escribir mis reflexiones, a salir de la ducha y no pisar el piso frío, a recoger el periódico. ¿En quién voy a pensar que me recibirá en casa cuando llegue de pelea con un zapato?

¿Estará mi chancleta en Melgar, en Guarinocito, en un bar de Barranquilla, en una escuela de karate?

No lo sé, pero si no aparece, espero que encuentre una vejez tranquila, que no tenga que matar cucarachas, que no sea dejada debajo de un congelador de cerveza de tierra caliente, que siempre haya luz y cantos para ella, que ojalá me escriba, que logre conocer un zapato comprensivo, o un sombrero, en fin que no lleve una vida polvorienta, que encuentre un trabajo a destajo, que me comprenda, que me perdone, que…

 

[1] Unidad funcional de 2 calzados, pero se les llama en singular por respeto y razones diversas. Se prefiere el riesgo del equívoco biexistencial a las explicaciones detalladas. La unidad, en esta materia, no tiene posibilidades ni tradición ni es capaz de ser sujeto narrativo.

Testigo de gallinas

Capítulo Primero (menos técnico que el siguiente)

Yo, inocente, caucásico, a good looking guy, no tenía idea de que en una sala de espera de un aeropuerto se pudieran reunir, sin cita ni acuerdo previo, cien agudos y, casi disimulados y disimuladores, observadores del comportamiento ajeno.

El uno miraba los zapatos del otro, éste escuchaba la conversación de la pareja, pero ella, a la vez que escuchaba, más con gesto que con palabras (diríase algo de si se puede escuchar con palabras, pero así es la vida) analizaba la mirada juzgadora de la señora esa con su maleta barata, pero, a su vez, claro, era observada intermitentemente por un muchacho más bien tranquilo pero, sin duda, un verdadero genio en el arte de escanear sin ser agresivo. No enumero, por respeto a ti, lector, todos los otros sutiles pero fuertes ejercicios de profundización en “el por qué del otro”, o en su familia, su desayuno, o riqueza, que tenían lugar en dicho recinto.

Como los observadores tienen por código no dejarse confrontar ritualmente y por eso retiran la mirada moviendo lenta pero oportunamente la cabeza cuando el otro intercepta su línea de vista, sucedió que, dado el ambiente de cámara[1] que imperaba en la susodicha sala de espera, todos empezaron a mover la cabeza y, sin que se pudiera decir que había conciencia colectiva (por lo menos no se lo podía decir en ese momento, sin que esto implique que la hubiera o no, sino que “no se lo podía decir”) todos, todos, evolucionaron en sus movimientos de cabeza, a un lado, al otro, arriba, abajo, en círculos, en triángulos, en octágonos y, aunque sea difícil de creer, incluso en formas mucho más evolucionadas y artísticas, pero sin llegar a ser sublimes, porque no eran fluidas, solo por eso. Lo hacían cada vez más rápido, tal como si se tratara de un gallinero, o en un gallinero, o como las gallinas de un gallinero.

Los movimientos de cabeza pronto fueron acompañados por gestos manuales estilo los de compresión, es decir, lentos y reposados, de cierta pesadez, de cierto aplanamiento, en fin, esa mano que se despega de la pierna, sin que la muñeca se separe del muslo, y que vuelve en un solo movimiento a quedar, como al inicio, en completo reposo.[2] De manera natural, no forzada, se incorporaron cruces y descruces de piernas, y, sin que se pueda definir un momento preciso, como sí se lo puede cuando entran, por ejemplo, los oboes al concierto, en respuesta iluminada, incomprensible, adamantina, tras la sugerencia perfecta del director, empezó a pergeñarse una sonrisa, esta sí colectiva, de esas que no muestran dientes.

Con la acentuación de los movimientos de cabeza, de las manos, de las piernas y, sí, con lo de la sonrisa, el ambiente se caldeó[3], es decir, adquirió una connotación visual y olorosa de gimnasio griego, a tal punto que casi que era evidente que los nombres a los que respondían estos observadores podrían ser Apolonio, Protágoras, Esquilo, Apulón, Adriadna, Sócrates, Euclides, Tarso, Eurídices, Apolo, Príamo, Páris, Perseo, Artemisa, Aquiles, Mitro, Efigenio(a), Zeus, Sófocles y Agamenón.

Algunos se ponían de pie y otros se sentaban. Y uno, y dos, y tres, y cuatro, y cinco, y seis, y siete…

Pero, como era obligatorio disimular, se escuchaban comentarios, casi conversaciones, y risitas. Aquel sacó penilla y el de más allá se quitaba y se ponía la argolla de matrimonio.

Cuando llamaron a abordar todos coincidieron en que había que mirar hacia atrás y devolver el movimiento, pero sin abandonar los ya señalados movimientos en curso. Una señora cacareó y todos movieron la cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras doblaban las piernas y caminaban como aves en tierra. Algunos picotearon, pero solo la señora que había cacareado puso un huevo y el ambiente de cámara se llenó de plumas.

 

Capítulo segundo

(más técnico que el anterior) narrado por Iioni Fraktlls, a quien encargué de estar atento y recibió testimonio del ingeniero de vuelo.

Al avión solo entraron gallinas y, dado que no estaba equipado para transportar aves, el piloto pidió un poco de paciencia e hizo llevar una cuadrilla de mecánicos para que quitaran las sillas y echaran algo de tierra fresca, de manera que el estiércol pudiera mezclarse sin demasiados contrastes.

Se retiraron las tapas de los compartimientos de maletas y en ellos se acomodaron casi todas las gallinas, pero las que no encontraron lugar se dedicaron a revolotear por el avión ensuciando a los mecánicos.

El piloto, el copiloto, la jefa de azafatas y yo, nos encerramos en la cabina y desde allí convencieron a tres mecánicos de buen talante, pero sin convicciones zoológicas, que sirvieran unos pasa bocas, dado que nadie discutía que todas y cada una había pagado por su tiquete.

Ya sin los asientos, las trescientas cincuenta gallinas estuvieron a sus anchas.[4] Algunas utilizaron el retrete para peinarse, pero casi todas prefirieron almorzar en la zona de pasajeros (retrete, peinarse, almorzar ¿tiene sentido? No lo sé, pero así fue[5])

Cuando el avión aterrizó y se cumplieron los procedimientos para el desembarque, hicieron una fila y fueron saliendo de manera sumamente ordenada, aunque prefirieron que no les colocaran las escaleras y optaron por un gracioso salto a tierra, todo lleno de aleteos y del ruido normal que hacen las gallinas vivas en estos eventos.

De hecho, se organizaron por orden alfabético y fueron entrando en parejas a los salones de inspección fitosanitaria, de los cuales salían evidentemente altivas y orgullosas. Se perfumaban como cualquier gallina en situación similar.

La cuestión de los taxis sí requirió de la intervención de la policía de puerto, porque, se sabe, si hay gremio discriminador, es el de los taxistas, especialmente los de origen famélico y los que gustan del sancocho, es decir, aquellos de los extremos.

Las autoridades aeroportuarias y los maleteros estuvieron muy atentos con lo del equipaje y, lo que más sorprendió, fueron realmente elocuentes en los consejos para el uso de los porta maletas.

A nadie se le ocurrió requisar debajo de las plumas, no fuera a haber quejas ante la prefectura animal, pero claro, no faltó quien relatara el hecho como un exceso, pues si la competencia contra quejas por maltrato animal la tiene dicha prefectura, nunca se ha interpretado que la competencia sea la misma si la queja va del animal a la prefectura.

Sobra pues afirmar, aunque, como se evidencia, lo hacemos, que todo salió bien en el sentido de los trámites de viaje, incluyendo la porción terrestre, aun con los pequeños cambios aquí narrados.

Habiendo partido los taxis, el comandante de la Aeronáutica, autoridad del área, concedió libre plática, si se me permite un término no exactamente logístico sino náutico-aduanero, para que una vez más una cuadrilla de mecánicos, con especialización en tornillería silletera, pero, también, con habilidades en limpieza de rila fresca, ordenara el avión.

Todo quedó bien, de forma coherente, se apreciará, con la manera civilizada como se trató, solventó, dirigió y manejó el asunto, maneras éstas no tan usuales en situaciones como la descrita, que pude presenciar por mi calidad de ingeniero de vuelo y no, ciertamente, como pasajero, condición en la cual quizá no lo habría creído. Por otra parte, esta condición laboral me limita para contarles lo que pudo haber pasado después del abordaje de los taxis, porque de eso en adelante no tengo información.

Coda: la edición de esta noticia no fue autorizada, razones tendría la censura, que siempre las tiene y buenas. No lo discutimos, pero, me pareció un exceso destruir esta nota que, por lo demás, tampoco es tan diferente de lo que todos solemos presenciar en los aeropuertos internacionales y, simplemente, va en la política de que es mejor que la verdad se cuente a que no. Se recomienda sí algo de mesura, como cuando se cata un vino.

Fin.

 

[1] Debe aclararse que hay música de cámara, la aplicación quizá más conocida del concepto “cámara” dentro de estos contextos, pero también existen “ambientes de cámara” (Para una aproximación académica sobre el punto ver “Anotaciones Enciclopédicas sobre Cámara” de Henry Jártose Jr. Edit. Ikdlú, Buenos Aires. 2005

[2] Y si no hay reposo previo nada se puede en este aspecto

[3] Y no de caldo, caldero, ni de los asirio caldeos, sino como se entiende en su sentido natural y obvio en el texto que se pie pagina solo para abundar en transparencia.

[4] No tiene importancia alguna que al inicio del relato se haya dicho que en la sala de espera había cien observadores. El hecho es que al avión entrarontrescientas cincuenta gallinas. Punto.

[5] Nota del autor, no del ingeniero

CONVERSACIÓN EN EL AEROPUERTO

A veces, lo que resulta increíble es cómo se llega a la verdad y no lo extraño o sorprendente del suceso, eso lo tengo claro desde que estudié epistemología. Por lo tanto, os ruego aceptar que mi profesión me llevó a instalarme en una silla de madera de roble debajo de la barriga de un monstruoso avión 747 de la línea Aricane Et Artián, un martes a las 10:45 am, para verificar los seriales de unos repuestos cuyo inventario se había colocado en unas cajas que iban a ser cargadas en dicho avión.

Situación más bien rutinaria, dado mi oficio, un poco tediosa, algo mezquina, y, la verdad, irritante, dado el tamaño de la letra de los documentos de comprobación y porque en algunos repuestos los números de identificación los graba el fabricante donde se le facilita a él y no en donde después puedan ser leídos sin dificultad. También, porque la policía se había hecho presente y acercaba sus caballos más allá de lo que resultaba cómodo para una diligencia jurídico administrativa.

Cuando llegó la hora del almuerzo, a las 12:45pm,  nos sirvieron los sánduches y la gaseosa en unas mesitas grasientas cubiertas por un ridículo mantel de organdí bordado por algunos de los miembros del equipo de físico culturismo LGBT empresarial, recientemente desposados entre sí, en ceremonia colectiva para mecánicos de todo sexo. No me contaron bien, o no lo entendí, si el vínculo se constituyó por parejas o en colectivo polivalente, aunque todos estaban felices por el suceso. Esto no es relevante y sería inocuo, y quizá de todos modos lo sea, si no fuera porque nos quedamos sin luz, se estropeó el computador y se borraron los registros de toda la mañana.

Mientras se hacían las reparaciones se me permitió, o mejor, toleró, que algo va de uno a otro verbo, caminar unos metros por los alrededores. En ello estaba, cuando escuché unas voces gruesas, pausadas, acostumbradas a la conversación:

-¡Qué cantidad de pendejadas que se inventan en vez de ponerse a trabajar!

-¡Ja! Y eso es prácticamente todos los días.

-Bueno, pero a usted lo que le gusta es volar ¿o no?

-¡Claro! Aunque una buena carreteada también me anima.

-A mí me gusta la acción, sea al trote, al galope, o incluso al paso pero con ritmo. Lo que no me gusta es ser silla, como hoy, ahí como los muebles. Para eso están éstos.

-Bueno, pero dígame una cosa ¿por qué ustedes caminan diferente cuando están solos por ahí, a cuando son cabalgados?

-Es una cuestión estética y de satisfacción personal. Pero, no crea, en el campo, cuando jugamos, también hacemos nuestros pasos. Lo que sucede es que no hay como realizarse en el oficio, en la cabalgata.

-Opino que tenemos más cosas en común de lo que se cree ¿no le parece?

-Sin duda, sin duda.

-¿Y ustedes qué opinan de los humanos?

-Extraordinarios, nos sirven bien, nos animan.

-Sí, así es. Para nosotros son indispensables. No solo debo reconocer que sin ellos no podríamos desarrollarnos a fondo, sino que nos ayudan a crecer, a volar.

-Mi papá decía que debemos tratarlos bien porque son nuestro mejor servidor.

-Sí, la grandeza mecánica la aportan ellos. En eso es distinto con ustedes, porque ustedes no son mecánicos ¿o sí?

-Bueno, sí, aunque no somos construidos o ensamblados, como ustedes, nuestro funcionamiento interno está basado en la mecánica. Por ejemplo, observe nuestras patas en la parte anterior a los cascos, es decir, esta parte, aquí, en la que nos apoyamos. Es tan compleja como su tren de aterrizaje, solo que más pequeña.

-Sí, tiene usted razón. En realidad nuestra esencia no es el tamaño, ni la capacidad de carga, sino nuestra estructura de vuelo.

-¡Claro! Claro, eso lo entiendo, en nuestro caso es la velocidad, la fuerza interior, esa potencia pura, majestuosa, que se refleja en nuestros músculos. Por eso los humanos nos hacen tantos retratos.

-Igual a nosotros, aunque más que retratos al óleo y cosas de esas, que tienen una tendencia hacia lo vivo, a nosotros nos fotografían y nos hacen películas, que, yo sé, a ustedes también, pero sí, a ustedes el homenaje es a través de retratos, de la pintura.

-¿Ustedes no pertenecen a lo vivo?

-Pero no en el sentido de vida animal, lo nuestro es más articulación existencial, somos más de materiales, de cosas predeterminadas, mucho más rígidos, somos estructurales y, claro, no somos fisiológicos sino estructuralistas.

-Sí, sí, sé a lo que se refiere. Nosotros somos más bien blandos, biológicos, así es.

-Pero, volviendo al tema, creo que nos parecemos, ambos utilizamos a los humanos con mucho respeto y entendemos que son un complemento perfecto para nuestros propósitos.

-Sin lugar a dudas. ¿Ha notado la ceremonia, la dignidad que asumen ante nosotros?

-¡Claro! Siempre uniformados, cubiertos, cautelosos, advertidos, solemnes, jerárquicos.

-Sí, sí ¿y qué tal cuando hay guerra?

-¡Extraordinario! Ustedes en eso nos llevan siglos ¿o no?

-Sí, pero ustedes lo han hecho de maravilla. ¿Qué tal cuando le enfilan a un barco lleno de ametralladoras en la mitad del océano? El otro día hablaba con una ametralladora e incluso ellas reconocen que ustedes se ven muy bien.

-Sí, pero nada como cuando ustedes arrancan a toda velocidad a campo traviesa contra un batallón igualmente desbordado, incontenible. ¿Ha notado que a veces en las películas estas escenas salen en cámara lenta? Como en “Gladiador” o en “El Último Samurái”.

-Sí, claro. ¿Sabe cual me gustó?

-“Top Gun”

-¡Claro! Fue un tremendo homenaje a los modernos.

-¡En fin! Cada uno en lo suyo. Ahí vamos.

-Sí señor. Me toca irme a trabajar. Ha sido un placer.

-Igualmente, que esté bien.

Por supuesto, esta conversación me abrió el pensamiento, me dimensionó en otra concepción, caí en cuenta de muchas cosas. La verdad, terminé de hacer mi informe con alegría. Así se lo comenté a mi automóvil mientras regresaba a la oficina.

 

FIN.

Marcel Proust. Perdido

 

Un intelecnauta, sin duda. Lee la revista El Malpensante mientras almuerza en Subway un emparedado “italianísimo”, Coca Cola y papas fritas, el 31 de diciembre de 2014.

Y no son cosas de poca monta. Por una parte, un poema de Bukowski y por otra, un sesudo artículo sobre las lecciones que un novelista ha sacado de Proust y sus 3.000 páginas de “En Busca del Tiempo Perdido”. Así son las personas en días y circunstancias cuando el día es soleado y el viento sopla fresco y no hay pajaritos en la calle.

El vendedor pregunta: “¿de quince o de treinta centímetros?”

Y el comprador responde: “¿cuál es la diferencia?”

Y el vendedor responde: “los quince que le restan son iguales a los quince que le faltan”

Y yo exclamo: ¡guau! Así, no como un perro sino como un English speaker ¿know what I mean?

Y alguien más se acuerda de “todo no vale nada si el resto vale menos”

Todos, por supuesto, intelectuales, pensadores reflexivos unidos por lo alto, es decir, por la trascendencia, la profundidad. Son gente de mucha monta, divulgadores del lenguaje, maestros de la ceremonia, lectores de cosas importantes, utilizadores de la sabiduría sencilla y plena con la que los grandes novelistas sacuden a las almas buenas con exquisitez, con el caviar ecuménico de los humildes que “así son”. Sin pedantería ni aspavientos, pura comprensión. Lindos ¿de qué otra forma podrían ser?

 

 

En una conferencia amena.

Buenos Aires. Agosto 4 

Los viajes deben abrir a la soledad y ésta a la libertad.

Desde la sabiduría del conferencista, Henry sentía que todo aquello era importante, muy importante, trascendente, muy trascendente, prácticamente un dechado maravilloso de cosas útiles y determinantes para la vida, la vida adecuada, la marcada por la nobleza y el donaire de las mentes claras.

Por supuesto, aquella catarata de conocimientos era tan profunda, tan clara, tan benefactora a su inteligencia, que le tranquilizaba y ese estado lo transfería a una actitud de observador agudo y sereno, tan sereno, que lo hacía levitar hacia unas lámparas grandes, doradas, elegantes, constituidas por una aglomeración transparente de lagrimas de cristal que conformaban una especie de cavidad no frutal, aunque similar a un corozo lúcido y serio, dentro del cual nacía el día y semejaba el sol como centro de un sistema, pequeño en términos siderales pero desbordante para los seres humanos, tan pequeños y pasajeros, tan transitorios, tan escasamente concretos.

De allí dio un salto reflexivo hacia la teoría de la cohesión de los vacíos estructurados a base de distancia entre materias aisladas, pero impermeables, como la piel, el cuero y, en general, las superficies de los seres vivos. ¿Qué es lo que la suma de los vacíos del universo no deja permear, no deja entrar? Los fluidos acuosos. No la humedad de las cremas, y menos, las de soluciones evaporables como el alcohol o las oleaginosas, materias que, está demostrado, penetran los espacios de la piel. Nunca ha sucedido que alguien se llene de agua por vía de contacto. De la misma forma, en consecuencia, y este es el gozne, la unión: los espacios del universo no son llenados por el agua que los contiene.

Demostrado ya, que al universo, en cuanto sistema, no le entra agua, la pregunta obligada es: ¿y de donde sale la lluvia? Aquí debe hacerse una distinción: el agua que no entra al universo no es la misma sustancia que conforma lo que en este específico mundo se conoce como “agua”. Segundo, la sustancia acuosa es universo céntrica y autosuficiente y, por tanto, no se comparte con sustancias, geles, pomadas o, en general, aplicativos de naturaleza puntual y descentrada. Tercero, sentada la diferencia señalada, el agua que no entra al universo no es la misma, ni tiene parentesco, con la que llueve en el planeta tierra o la que subyace bajo estratos diversos en otros cuerpos celestes.

No obstante la física y férrea distinción, estas sustancias generan equilibrio de convivencia molecular. Porque teniendo lo externo un pequeño pariente en lo interno, no pretende hacerle daño y, en contraposición o contraprestación, lo interno, el quantum acuoso del sistema solar, es hidrogeno 2 y oxigeno 1, y no quiere, no pretende, conocer, abordar, llegar, a su pariente, tutor, padre, y horizonte de regulación, sino que simplemente se siente cómodo, y se amolda, presintiendo , por lo demás, y permítanme esta digresión, lo que Pewtrrgrontw ha llamado, según traducción libre: una adecuada y equilibrada convivencia.

El sueño, tanto el mortal como el eterno, es delicioso y su análisis constituye un signo, un símbolo, un rescate de valía, de valor.

Pero, resultó que a la media noche había demasiado calor. Bebió agua de un vaso puesto en la mesita de noche, la cual era evidente que había sido instalada cuando terminaron las conferencias. También estaban allí las llaves del salón.

¿Por qué nadie hablaba? ¿Por qué no había nadie en ese enorme salón presidido por tan bárbaro equipaje de lágrimas de cristal?

Recordaba los principios jurídicos tutelares, la aplicación práctica del sistema de solución de controversias y una mejora sustancial en algunos conceptos impresos en diapositivas, pero, además, tenía la sensación borrascosa de un sueño pesadísimo, violento, casi torvo, y no entendía cómo podía estar solo, cubierto por una frazada y con una almohada, una lamparita, un libro, una mesa con comida y un digestivo. No recordaba haberse emborrachado, ni de saludos o despedidas. Todos se fueron, se dijo, “pero sé donde estoy”.

Por lo tanto, continuó durmiendo plácidamente. “Pero me despertaron a las dos de la mañana para tomar el taxi que me llevaría al aeropuerto.”

¿Y los otros días? ¿Qué se hicieron los otros días? Preguntó.

Tomo la palabra. Puedo estar en precarias condiciones pero no permito ser narrado. Ahora soy yo quien se comunica y quiere respuestas.

Nada, ha dormido usted muy bien

  • – ¿Y mi hotel?
  • – Nada, se dio el aviso y se comunicó que usted quería seguir durmiendo.
  • – Y la seguridad jurídica?
  • – preservada.
  • – ¿y la el principio del non bis in idem?
  • – preservado
  • – ¡Puedo tomar una ducha?
  • – Sí, sí, siga usted, se le ha asignado el baño de la servidumbre.
  • – Muy amables.Salí pues muy bañado y afeitado y tomé el taxi.Cuando llegué nuevamente a mi ciudad de origen continué mis actividades normales y volví a ver a los colegas que asistieron conmigo a tan importante evento, pero nunca he tenido oportunidad de preguntarles por lo sucedido, ni ellos han tocado el tema.Bueno, todo puede suceder, y sucedió específicamente, en el viaje. Es la manera que los viajes abren a la soledad y constituye el precio de asomarse a la libertad.

A la manera de Nicolás Gómez Dávila

Nada que se colectivice es importante[1].

 

El espíritu debe ser pendenciero o es imitación.

 

Hablar de (o siquiera mencionarlos) tus propios éxitos, no llega a ser de mal gusto, se queda en lo plebe.

 

Dijo Prambarakatanga: “Para mí, ahora que ya entendí, lo trascendental está en los principios básicos: respirar, que es la esencia de la vida, debe hacerse bien; hacer, que es la esencia de la subsistencia, debe ser poco, consciente e importante; pensar, poder pensar, que es la esencia de la libertad, requiere abundante tiempo a tu disposición, o es esclavitud.”

 

Una vez que una injusticia se vuelve ley de la república deben pasar siglos para que los beneficiarios de la misma entiendan que no la merecen.

 

Ras Siglo XXI.

La gente a la que atribuimos grandeza se lo ha ganado por algunas de sus conductas o pensamientos, no por ser perfecta. Por lo tanto, no les defendamos cualidades inexistentes o innecesarias para hacerlas dignas de admiración.[2]

 

[1] Posible plagio

[2] Idea tomada de artículo de Juan Gabriel Vásquez. “Donde Mataron a Gandhi” diario El Tiempo, Bogotá, octubre 25/09, página 25, sección 1.

Servicio social

Advertencia a 31 de diciembre. Servicio social

 

En cuanto al fin del mundo, lamento defraudarlos, pero debo ser muy claro: el mundo se acabó, lo que pasa es que no hubo cataclismos, tsunamis, ni aerolitos, pero se acabó. La gente es poco observadora y conformista y no se ha dado cuanto de un detalle muy tenue, que consiste en que la oscuridad de la noche y la claridad del día ahora son distintas. Hay una diferencia de 0.0003 claritsus, unidad poco conocida, lo admito, pero que es concluyente.

 

La explicación es esta: el mundo viejo, el que tuvimos hasta el 21 de diciembre iba a explotar, pero la fuerza gravitacional de otro mundo, con la ayuda de un agujero negro, hizo que la explosión no se diera pero que la tierra, el planeta Tierra, se derritiera. Tal cual. El mundo se acabó por derretimiento inmediato aunque imperceptible, pero solo unos pocos lo notamos. Un nuevo planeta, que nunca se había percibido, porque, precisamente, estaba protegido visual y materialmente (no ejercía gravedad) por el agujero negro, que pasó a gran velocidad (4.000.000.000.000.000.000.000,3 años luz por segundo) a dos centimetros de lo que quedó del viejo mundo cuando se derritió y, por tanto, recogió, en una fracción inefable, todo lo que estaba pegado al viejo mundo y lo reajustó en su ahora sí perceptible gravedad. De ahí la tenue línea que hemos referido en cuanto a las diferencias de luz en el día y de oscuridad en la noche.

No debemos preocuparnos, porque, en términos generales todo va a seguir igual. Solo unos pequeños detalles. Por ejemplo, la fractura de San Andrés, que genera terremotos en la costa pacífica del planeta ahora es un poco menos agresiva. Se corrió 2 centímetros y, por lo tanto, se hizo blanda, y ya no genera movimientos diestros sino zurdos, lo cual, en términos geológicos, hará que dentro de 50.000 años haya una etapa de buena fertilidad y que la tierra deje de ser, en 600.000 años, una esfera para convertirse en un tubo mucho más dócil. En algunos de los años por venir lloverá más pero en otros lloverá menos. Cosas así.

 

Ahora, se recomienda no abandonar las precauciones, porque este nuevo mundo también se destruirá en unos 2.000.000 de años y todo indica que para ese momento no habrá un tercer mundo de rescate. En ese momento, el que no haya diseñado una cápsula fuerte para vagar por las galaxias con buena ropa y comida se morirá.

 

Correr en la selva (palabrería dizque feroz, babosada grandilocuente ¡qué miedo!)

 

Salir a correr es exactamente igual que hacerse a la mar y navegar. Ambas cosas son de una infinita inutilidad y, por tanto, capaces de encender una desbordada pasión existencial.

Se trata de una retirada de lo racional para bucear en las profundidades de nuestro mundo animal y en la sincera aventura de identificarnos con las bestias de las sabanas africanas. Como ellas, nos regimos por el instinto, el hambre o la furia; nada de elaboraciones perturbadoras como justicia o cambio ¡NADA!

Se corre por ahí como un chacal o como un búfalo asesino, para saciarnos de palpitación, para buscar una presa y destazarla a mansalva, para procurar el apareamiento después de derrotar sangrientamente a tres rivales de gríseas garras y colmillos de baba.

Lo único que nos atrae es la desolación de la palabra, la fiebre de la poesía, la hecatombe inmarcesible y torpe del atardecer, espejo de oscuros dioses que ya devoraron la placenta de quien los parió para hartarse de odio y aprender del gusto por el banquete de la traición y el trueno.

Volvemos con angustia y recelo a la manada para cuidar el egoísmo y enfrentar la muerte del poder absoluto dispuestos a mancillar a cualquier criatura que fastidie nuestro nauseabundo tedio estival lleno de moscas y parásitos. Como leones o cocodrilos en el barrial del Serengueti.

Cuando se corre se potencia la fuente física de la vida, a través de los golpes del corazón y se hace evidente que funciona y que de ello depende todo. Es un retumbar de catacumba, un fuego, un mazo de potencia, de gruta, de sima, un piélago circular que no lleva a ninguna parte, igual que una catedral gótica, que una catarata o un dinosaurio enorme. Como una roca infinita en la que nos reconocemos como explosión del universo. Como maldita sea el primer instante, como puta vida que te dio felicidad, como granuja despreciable sobre el asfalto.

El polvo del camino, como estela silenciosa del corredor del Kilimanjaro o del Cerro de la Virgen nos quiere envenenar, pero antes de matarnos ya lo esperamos como el diablo o como el ángel a la lucidez, esto es, con daga en la mano y escudo en el pecho y rayos inefables en los ojos del tiempo.

Se sale a correr solo por el gusto primario de no dejar sin venganza la línea de la carretera…

Pero, cuando regresas escuchas a tu hija, niña inocente, comentar a una amiga que su padre hace jogging en el parque, tranquilo y pacífico, todos los días.

Ag 6.

El Café

Bogotá, mayo
Primer informe de administración.
Divulgador: Ramiro Araújo Segovia
Atendiendo el claro mandato recibido de la Junta Directiva, a continuación informo y doy razón de las primeras medidas tomadas para cumplir el propósito de reingeniería de procedimientos relacionados con el necesario control, seguimiento y logística práctica, bajo estándares usualmente aceptados, que deben aplicarse al flujo de productos sensibles que se utilizan en esta oficina, atendiendo no solo al concepto de materias primas e insumos, sino también a la misión de responsabilidad social que forma parte esencial de la mística empresarial de esta organización, según aprobación ISO, debidamente autorizada y certificada por INCOTEC DE COLOMBIA S.A.
El Café.
1. Introducción.
El café, por sus connotaciones estimulantes y de aporte a la vigilia (la vigilia es materia prima o insumo de todo proceso intelectual ) debe ser un producto de reparto generoso en las oficinas de abogados y, por tanto, es indispensable diseñar un procedimiento que agilice, bajo garantía, el acceso de todos y cado uno de los directivos y funcionarios de la organización al consumo de tan preciada bebida.
2. Estado de la cuestión.
Después de una etapa de observación cuidadosa durante90 días y noches se pudo establecer que la empresa carece de un manual confiable y avalado, que garantice el consumo de café, especialmente en taza, pero sin que esto constituya un preconcepto ni obstáculo para la logística de la cadena intra oficina, desde el recibo del café ya molido y listo para preparar porciones líquidas personales, hasta su degustación satisfactoria por el personal permanente o transeúnte que lo solicita con avidez.
3. Metodología.
El manual confeccionado se basó en la siguiente metodología:
3.1. Definiciones
3.2. Antecedentes
3.2.1. Directos
3.2.2. Indirectos
3.2.2.1. Con ínfulas
3.2.2.2. Sin Ínfulas
3.2.3. Mediáticos
3.2.4. Modernos
3.2.4.1. Amanerados
3.2.4.2. Maricones
3.2.4.3. Otros
3.3. Investigación de campo
3.4. Campo de la investigación
3.5. Averiguamiento
3.6. Pesquisa
3.7. Indagación
3.8. Encuesta
3.8.1. Depuradas
3.8.2. En bruto
3.8.2.1. Sin metodología certificada
3.8.2.2. Con metodología certificada
3.9. Estado de la cuestión
3.10. Aseguramiento de las evidencias
3.10.1. Evaluación de las evidencias evaluadas
3.10.2. Estandarización de los resultados
3.10.3. Definición de criterios de prospección de la evidencia
3.10.4. Creación de la matriz ponderada
3.10.4.1. Macro ponderación
3.10.4.2. Micro ponderación
3.10.4.3. Matriz sin ponderación
3.10.4.3.1. Guiada
3.10.4.3.2. Caótica
3.10.4.3.2.1. Yuxtapuesta
3.10.4.3.2.2. Imbricada
3.10.4.3.2.3. Machimbriada
3.10.4.3.2.4. Desvergonzada
3.10.4.3.2.5. Ambivalente funcional
3.10.4.3.2.6. Ambivalente disfuncional
3.11. Prolegómenos para un ante proyecto de prólogo metodológico
3.12. Proyecto de prólogo metodológico
3.13. Prólogo metodológico
3.14. Metodología final
3.15. Evaluación de prueba
3.16. Evaluación final
3.17. El manual
4. Manual para el suministro de café al personal directivo, funcionarios, empleados, clientes, visitantes, y, en general, para quien desee consumir café en la empresa.
4.1. Terminología
Acompañamiento: cualquier alimento, droga o cosa que pueda consumirse por un humanos durante la ingesta de café.
Asuntos cafeteros: lo que conviene a la adecuada producción, mantenimiento de existencias, comercialización y degustación in situ del café.
Café: Una bebida tan negra como la tinta, útil contra numerosos males, en particular los de estómago. Sus consumidores lo toman por la mañana, con toda franqueza, de una vasija, jarra, o copa muy grande de porcelana que pasa de uno a otro y de la que cada cual escancia y toma una porción completa. Está formada por agua y el fruto de un arbusto llamado bunnu. (Léonard Rauwolf) En Colombia lo llamaremos tinto o tintico. Para extranjeros o en otros países lo llamaremos café. Hoy en día se toma en tazas individuales y no se utiliza para los males del estómago; por el contrario, se ha propagado la idea, sin base científica conocida, de que puede generarlos cuando se consume en exceso.
Complemento: componente o insumo que se agrega al café ya diluido en agua, bien sea por medio de cucharita o por infusión, con el propósito de endulzar, morigerar amargura si la hubiere o así se percibiere de manera real o subjetiva, blanquear, o saborizar hacia leche de vaca o artificial, en ambos casos líquida o en gránulos.
Cantidad: número de unidades comercializables de café ya preparado.
Entidad reconocida: la organización, con personería jurídica, constituida por los actores del café o delegada por éstos, encargada estatutaria o legalmente de velar por el cumplimiento de los asuntos cafeteros.
Función greca: personas naturales o jurídicas que laboran directa o indirectamente en la preparación del café, pero también en su servicio o reparto o en áreas laborales afines, concatenadas o integradas.
Inventario nacional: cantidad ponderada por período, de las existencias de café en grano ya sometido a torrefacción u otros procesos anteriores o posteriores que permitan la molienda y empacado, con independencia de la marca o comercializador.
Inventario local: cantidad ponderada por período, de las existencias de café ya molido y listo para mezclar con agua caliente que existe en la oficina, según certificación debidamente notarizada.
Oferente de café: la persona con sitio o cargo en la oficina, con capacidad formal o reglamentaria, sea por costumbre, tradición o norma, de ofrecer a propios o visitantes la ingesta de café.
Oficina general: casa, construcción o conjunto de pisos pertenecientes, administrados, o a disposición, de una empresa o persona, natural o jurídica. Cuando se haga mención a “oficina” y se generen dudas se entenderá que se hace referencia a ésta.
Oficina: lo que comúnmente se entiende por oficina en el lenguaje común. Por el contexto del reglamento se sabrá si se hace referencia a la oficina general o a la oficina de este inciso, pero para evitar confusiones siempre se utilizará la voz “oficina” y cualquier aclaración que fuere necesaria se hará según el criterio señalado en el inciso precedente.
Oficinista: persona natural que tiene a su disposición una oficina, habitáculo o espacio dentro de la oficina. Hay oficinistas grado “a”, “b” y “c”. Cada metro cuadrado de oficina otorga un punto. Los 2 oficinistas con más puntos son oficinas grado “a”, los 2 siguientes son grado “b” y los otros 2 son grado c”. Los demás oficinistas en principio no tendrán grado. Sin embargo, los puntos son libremente negociables, pero su negociación no tendrá validez sino a partir de la publicación de la inscripción del negocio en el libro que se llevará para el efecto por la secretaria elegida por el grupo secretarial de las secretarias de los oficinistas con grado.
Período: unidad de tiempo, generalmente un mes, durante la cual se calculan las existencias ponderadas de café disponible para comercialización o reparto.
Persona: persona natural. No incluye las denominadas personas jurídicas, con independencia de su carácter societario o no, ni los colectivos de abogados, las ONGs, las fundaciones, ni entidad alguna, civil o eclesiástica, a nombre de la cual se solicite un tinto o café. Si así se hiciere, se entenderá que el café está destinado a quien solicita el café a nombre de la persona jurídica y, por tanto, no se hará trámite alguno para establecer la existencia legal del ente jurídico. Él peticionario persona natural será considerado beneficiario y sujeto único del pedido, con todas sus consecuencias finales o de trámite, sin perjuicio de que frente a solicitudes plurales se entienda y ejecute la orden de allegar el café a las personas naturales que acompañen físicamente al solicitante, sin que se pueda pretender o considerar que el café será degustado por la persona o personas jurídicas a quien dicho acompañante pudiera representar de hecho o por razones jurídicas.
Propio: persona que labora en la oficina, con o sin título profesional, sin importar su jerarquía o pretensión salarial, con tal de que tenga, en forma permanente u ocasional, situ dentro de la oficina, pero que no sea visitante.
Situ: lugar o sitio donde se degusta el café
Solicitante: quien pide o acepta un café, con independencia de su rango, condición social, profesión u oficio, o de lo que haya determinado su presencia en la oficina.
Solicitud: acción de pedir café, la cual debe ser escrita, pero sin que necesaria u obligatoriamente deba incorporarse a un medio electrónico, hasta tanto se implemente un sistema informático adecuado y debidamente aprobado por un comité interdisciplinario que será reglamentado por la junta directiva . Incluye el ofrecimiento y la recepción tanto de visitantes como de propios.
Soporte: documento en el que consta cualquiera de las etapas del proceso surtido desde la solicitud (incluyéndola) y el consumo del café.
Verificación de inventarios: acción realizada por la entidad reconocida, por efecto de la cual se determina la cantidad de café disponible para un período
Visitante: persona natural que visita la oficina y que no tenga la calidad de propio, pero que se hace a un sito para degustar café.
4.2. La solicitud.
4.2.1. En general
La solicitud, en general, se enmarca dentro de los claros objetivos de suministrar de manera ágil y eficaz la degustación de un café, pero sin olvidar la preservación de pautas claras enmarcadas en la política de mantener siempre un seguimiento sobre el producto en cada una de sus etapas. Por lo tanto, se ajustará a las siguientes etapas generales: verificación de inventario, aseguramiento de la calidad, protección del consumidor, idoneidad de los intermediarios, control de complementos y planificación de acompañamientos.
4.2.2. Para visitantes
4.2.2.1. Ofrecimiento. Todo oferente, habitual u ocasional, deberá contar, previo al ofrecimiento, con certificación general o especial, que acredite inventario local y nacional
El oferente de un café, para efectos de garantizar el servicio y la obtención de la bebida, deberá tener al día la libreta general de certificación de inventarios que garantice el cumplimiento del trámite.
El personal autorizado, al recibir el requerimiento, verificará por vía de conmutación interna, telefónica o presencial, la clave previamente asignada que será prueba irrefutable de la autorización de generar ofrecimiento de café.
El personal autorizado cotejará cada hora, desde las 8am hasta las 6pm y según el movimiento de inventario acumulado de todos los oferentes, la afectación potencial del consumo frente al inventario nacional y tomará las medidas que considere oportunas, a efectos de, máximo en la primera hora del día siguiente, actualizar la base de datos del inventario nacional.
El personal autorizado inmediatamente realizado el cotejo de la autorización del oferente para su ofrecimiento, acudirá al personal de gerencia y control y pedirá la constatación numérica sobre la ficha designada para el efecto, en la cual se estampará por sello o firma, la autorización de validez o auditoría, confrontando la base de datos de los oferentes inscritos y sus cupos acumulados según las solicitudes acumuladas en los 5 días previos a cada solicitud.
Surtido el trámite supra anunciado, la orden de pedido será tramitada sin demora ante el personal de greca y recursos de complemento y acompañamiento, el cual se limitará a verificar única y exclusivamente los siguientes aspectos:
Que el inventario local ponderado esté dentro de los márgenes razonables previamente certificados y cotejados con el inventario nacional, de lo cual levantará recibo manual que enganchará en dispositivo diseñado para el efecto, del cual hará recolección el personal de auditoría cada 2 horas, para efecto de los trámites estadísticos indispensables para la planeación diaria.
Que el personal operativo esté disponible dentro de los 5 minutos siguientes al recibo de la requisición.
Que la temperatura y condiciones de color, sabor y granulación residual sean las adecuadas y levantará acta sumaria y manual asignando el número consecutivo que corresponda a cada pedido y lo enganchará a adminículo cercano al dispuesto para los recibos manuales de cotejo de inventario.
4.2.2.2. La recepción del café. De acuerdo con la organización interna y autónoma del anexo A-32 prv/nal 0007654 de la Cuarta Reunión de Trámites y Etiqueta en la Recepción del Café –ADLCRTERC- (pronunciado con el sonido del español “alter” en todos los idiomas) aprobada como anexo 17.987 por la quincuagésima segunda reunión especial de cafeteros antes de la desaparición del Pacto Mundial del Café, pero que ha sido declarada como norma consuetudinaria pare efectos protocolarios, y, así, elevada a la categoría de guía general de conveniencia, la recepción del café es libre y no se reglamenta.
Sin embargo, con base en la interpretación austera del artículo 38 realizada por ADLCRTERC, se recomienda, sin perjuicios que se puedan tomar, sin carácter sancionatorio sino correccional, las medidas adecuadas para el perfeccionamiento de la etiqueta del café –PEC-
Al recibir un café la persona deberá:
a) Abstenerse de estirar la extremidad con la que normalmente recibe objetos entregados por humanos y permanecer inmóvil de cuerpo pero haciendo un rictus forzado de sonrisa, al tiempo que murmura “gracias señora o señorita” o simplemente “muchas gracias”; además, casi que dirigirá la mirada a quien le suministre el café y, si ha lugar, el acompañamiento, pero sin llegar a concretar un intercambio de miradas.
4.2.3. De propios
4.2.3.1. Ofrecimiento. Para efectos de este trámite, a propios se aplicarán las ya señaladas normas aplicables a visitantes, pero, con el propósito de prestar un servicio ágil y sintético, de eficacia estadística, se tendrán en cuenta las siguientes exigencias de carácter obligatorio:
Cada propio deberá, dentro de los 5 primeros días hábiles de cada mes enviar por medios electrónicos, según reglamentación de carácter general que expida el comité interdisciplinario, en la cual se determinará su conformación y facultades, pero que mientras dicho comité se auto establece estará constituido por oficinistas grado “a” y 2 representantes de la función greca.
Con la información recibida de los propios, la función greca levantará una matriz de la cual se extraerá diariamente un máximo y un mínimo, dentro de los cuales se permitirán fluctuaciones de oferta y aceptación de café, las cuales pueden ser automáticas. Los propios que excedan los máximos podrán negociar con los que no alcancen los mínimos, pero, si el resultado final por 2 días seguidos sobrepasa los máximos o no llega a los mínimos, función greca convocará a reunión matinal para el siguiente día en que estén presentes los miembros del comité a efectos de tomar los correctivos que la situación aconseje.
4.2.3.2. La recepción del café. Se seguirán las reglas para visitantes, sin perjuicio de la tolerancia en actitudes que no violen lo esencial, ni generen desorden en la recolección de parámetros estadísticos.
4.3. Capacitación. Función greca, con la colaboración de 2 representantes de oficinistas con grado, organizará cursos de capacitación en aspectos tales como:
4.3.1. Botánica del café
4.3.2. Descubrimiento del café como bebida
4.3.3. Geopolítica del café
4.3.4. Principales clases de café
4.3.4.1. Arábigo
4.3.4.2. Del Quindío
4.3.4.3. Del Viejo Caldas
4.3.4.4. Del Valle del Cauca
4.3.4.5. Del Brasil
4.3.4.6. Vietnamita
4.3.4.7. Mezclado
4.3.5. La cata del café
4.3.5.1. La cata propiamente dicha
4.3.5.2. El olfateo del café
4.3.5.3. La degustación integral
4.3.5.4. La degustación parcial
4.3.6. Ocasiones para café
4.3.6.1. El café formal
4.3.6.1.1. En la política
4.3.6.1.2. En la diplomacia
4.3.6.1.3. En reuniones de oficina
4.3.6.1.3.1. Actitudes frente al café
4.3.6.1.3.1.1. Actitud de mundo
4.3.6.1.3.1.2. Actitud indiferente
4.3.6.1.3.1.3. Actitud equilibrada
4.3.6.2. En el deporte
4.3.6.3. Con extraños
4.3.6.3.1. Recién conocidos
4.3.6.3.2. Conocidos de confianza
4.3.6.3.3. Conocidos de circunstancia
4.3.6.4. En restaurantes llamados cafeterías
4.3.6.5. En puestos callejeros
4.3.6.6. En dispensadores automáticos
4.3.6.7. En o de dispensadores humanos
4.3.6.7.1. Con cilindro formal
4.3.6.7.2. Con simple termo
4.3.6.7.2.1. El termo de centro de ciudad
4.3.6.7.2.2. El termo popular
4.3.6.7.2.2.1. De obrero
4.3.6.7.2.2.2. De mecánico
4.3.6.7.2.2.3. De oficinista
4.3.6.7.2.2.4. De malandro
4.3.6.7.2.2.5. De carretera
4.3.6.7.2.2.6. De playa
4.3.6.7.3. Otros
4.3.6.8. En panaderías
4.3.6.8.1. Con periódico
4.3.6.8.2. Sin periódico
4.3.6.8.3. Con libro
4.3.6.8.4. Otros
4.3.6.9. En tienda
4.3.6.10. En velorios
4.3.6.11. En sala de espera
4.3.6.12. En restaurantes
4.3.6.12.1. El café como tal en horas distintas al almuerzo o la comida
4.3.6.12.2. El café después de las comidas
4.3.6.12.3. Con cigarrillo
4.3.6.12.4. Sin cigarrillo
4.3.6.12.5. En cualquiera de lo dos casos anteriores
4.3.6.12.5.1. Expreso
4.3.6.12.5.2. Americano
4.3.6.12.5.3. Capuchino
4.3.6.12.5.4. Otros
4.3.7. Conversaciones con café
4.3.7.1. Para conocerse
4.3.7.2. Para pasar el rato
4.3.7.3. Para esperar juntos
4.3.7.4. Con interés mutuo
4.3.7.5. Sin ningún interés
4.3.7.5.1. Amablemente
4.3.7.5.2. Con disgusto
4.3.7.5.3. Con odio
4.3.7.5.4. Con desidia
4.3.7.5.5. Otros
4.3.7.6. Para enamorar
4.3.7.7. Para terminar relaciones
4.3.8. En visitas por compromiso
4.3.8.1. Para pedir favores
4.3.8.2. Para cumplir un encargo
4.3.8.3. Para hacer favores
4.3.8.4. Para entregar un trabajo
4.3.8.5. Para negocios
4.3.8.6. Con la nobleza
4.3.8.7. Con la plebe
4.3.9. El café en solitario
4.3.9.1. Por muy temprano
4.3.9.1.1. Con lectura
4.3.9.1.2. Sin lectura
4.3.9.1.2.1. Con blackberry u otro adminículo de esa laya
4.3.9.1.2.2. Sin adminículo alguno
4.3.9.2. Por descanso
4.3.9.2.1. Con lectura
4.3.9.3. El café al levantarse
4.3.9.3.1. Con sueño
4.3.9.3.2. Sin sueño
4.3.9.3.2.1. Por costumbre
4.3.9.3.2.2. Otros
4.3.9.4. El café en la casa, en horas diferentes de al levantarse
4.3.9.4.1. Con lectura
4.3.9.4.2. Con música
4.3.9.4.3. Las dos anteriores
4.3.9.4.4. El café de meditación
4.3.9.5. El café en vacaciones
4.3.9.5.1. El café de piscina
4.3.9.5.2. El café de contemplación
4.3.9.5.3. Otros
4.3.9.5.3.1. En la playa
4.3.9.5.3.2. En el museo
4.3.9.5.3.3. Otros
4.4. Cartilla e instrucciones. Función greca y propios sin grado redactarán una cartilla operativa para la divulgación y mejor entendimiento de este informe, la cual será revisada y aprobada por los propios con grado y función greca o devuelta para correcciones, o rechazada. En este evento se contratará un asesor externo con el acompañamiento de la Federación Nacional de Cafeteros, el Fondo Nacional del Café y la empresa que se encarga de los establecimientos Juan Valdez.
4.5. Encuestas periódicas. Con el objeto de contar permanentemente con criterios de prevención, corrección y mejoramiento, función greca y propios, a través de 2 representantes de unos y otros, contratarán u organizarán con su personal, encuestas sobre todos los aspectos que consideren relevantes y publicarán gráficas y números útiles.
4.6. Asamblea general. Todos los actores mencionados en este informe serán convocados una vez cada año a una asamblea general, presidida por un presidente general elegido por propios y función greca, para debatir sobre las políticas que deban regir el siguiente período. Para el efecto, con la información recogida por función greca, se convocará mediante carta especial a todos los que hayan degustado un café en la oficina. Para propiciar, que no estimular, la asistencia, se anunciará y así se hará, la rifa de una carga de café pergamino entre los asistentes.

Atentamente

La administración.